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lunes, 21 de septiembre de 2015

Whovians, moriréis de amor. El que avisa no es traidor.


¡Ha vuelto Doctor Who! ¡Albricias! ¡Qué alegría! ¡Qué alborozo! Y ya tengo el modo fangirl encendidísimo las 24 horas del día e hiperalerta para captar cualquier cosa que se cruce por mi camino relacionada con el Doctor, precisamente, como esta monosidad de marcapáginas de BethyDesigns.


¿Qué?¿Son cuquis o no son cuquis? Sí, lo son. Mis glándulas salivales ya han llenado tres palanganas, y suma y sigue... Es que... AY. AY. AY. Yo no uso marcapáginas porque soy de esas personas que se merecen un lugar en el infierno por doblarle las páginas a los libros pero, es que ME LOS COMPRARÍA TODOS (si no fuera porque la tienda está temporalmente fuera de actividad). Son tan asfdsagfdshja que no me aguanto.

¿A que edad se supone que una persona tiene que actuar como una adulta completamente funcional? Pregunto. Es para una amiga.

PD: Si sois de los que todavía os preguntáis Doctor... who? Pinchad aquí, tenéis deberes para casa.  

lunes, 14 de septiembre de 2015

"Carol" entra en mi vida y los pajaritos vuelven a cantar tras 92 días afónicos.

Cuando dejo a medias un libro de Will, "Macbeth" en este caso (para los nuevos, aquí os pongo en antecedentes), porque me causa una apatía de la que mejor ni hablar, es que la cosa es grave, doctor. MUY GRAVE Y PARA ALARMARSE.


¿Y hay remedio?, me pregunté. Pues no, filliña, pues no. Como todo, es cuestión de tiempo, respondieron con gran sabiduría las voces de mi cabeza.


Caca de la vaca y una mierda pinchada en un palo, vamos. Pero así fue. Efectivamente fue cuestión de tiempo. Concretamente de 92 miserables días sin que me apeteciera un pepino coger un libro. Noventa y dos. Un nueve y dos. Que se dice pronto, eh, pero no pasan tan pronto. Tres mesecitos me pasé sin leer hasta que dos simpáticas mozas entraron en mi vida, Carol y Therese. El sol volvió a salir, los pajaritos volvieron a cantar y todo fue mazo bonito.


Carol y Therese. Therese y Carol. Ay. Doble ay. Y triple, ya puestos. Porque si hacía tres meses que no tenía ganas de leer, hacía muchos más que no leía algo que me atrapase y absorbiese tanto. Y ya ni os cuento cuanto sin encontrar un libro en el que me viese reflejada en alguno de los personajes. Era el libro que andaba buscando y el que necesitaba en ese momento. Y fue chachipiruli. Tanto, que después de haberme ya leído la mitad, devolví el de la biblioteca y me compré uno pa'mí pa'siempre y así poder escribirlo y subrayarlo como si no hubiera mañana. Oh, yeah!

"¿Te gustaría venir este domingo? - Preguntó Carol. Esta vez los ojos grises la miraban fijamente y, por primera vez, Therese se atrevió a mirarlos. Vio que había en ellos cierto matiz de humor. ¿Y qué más? También curiosidad y desafío." 
En "Carol" andamos rondando los años 50 y estamos en Nueva York, que no es que digamos un pueblo pero, ¿dos mujeres que se enamoran? Oh. My. God. Qué escándalo. Pero, ¿y esas cosas pasan en la vida real? Pues sí. En las mejores familias.


Y de eso va "Carol". Así de simple. De una historia de amor sobre dos personas que se encuentran por casualidades de la vida. Therese, una jovenzuela de diecinueve añitos, aspirante a escenógrafa, que trabaja como dependienta en unos grandes almacenes y que sale con un tipo llamado Richard (ya sólo el nombre suena a pelmazo), y Carol, un mujer de mediana edad en pleno proceso de divorcio que entra a comprar una muñeca por Navidad. Se volverán a ver otra vez más. Y otra. Y otra más. Y... Ay. Hasta ahí lo que puedo contar. Sólo de recordarlo ya me hace suspirar como una quinceañera...
"Lo que sentía por Carol era casi amor, pero Carol era una mujer. No es que fuera una locura, es que era felicidad."
Si es que en el fondos soy una moñas...
Que Highsmith domina el suspense es algo que nadie se atrevería a discutir, pero cómo narices consiguió mantenerme pegada al libro durante los escasos días que me duró con una historia tan simple, aunque muy llena de matices, es algo que me deja ojiplática. Aquí no hay más misterio que el que supone ir conociendo a una persona e ir descubriendo, a la vez, partes de uno mismo totalmente inexploradas hasta ese momento. Y es que es así como vamos descubriendo a Carol, a través de los inocentes ojos de Therese, a la vez que a la propia Therese, a quien vamos conociendo a medida que ella se va descubriendo a sí misma. 
"Nacía un mundo ante ella, como un bosque radiante con miles de hojas trémulas." 
Durante toda la lectura estuve atenta, en vilo, expectante, ante cualquier pequeño incidente que pudiese acechar en la siguiente página que, por pequeño que fuera, pudiese alterar la delicada armonía y complicidad que a veces surge entre dos personas. Me tuvo totalmente absorbida y, entre una cosa y otra, con la tontería, que si leo un poco en el bus, que si en la cafetería, que si antes de dormir y un poquito antes de comer, que si tengo un hueco aquí y otro allá, que si no lo tengo me lo busco, que si cancelo el café con Menganita y la comunión de mi prima segunda, menuda locura que me entró con estas dos.


Y es que menudo viaje ha sido "Carol". No sé si es que yo me encontraba excesivamente emocional esos días, si tenía las hormonas revueltas o qué, pero me ha llegado bien adentro. Es de esos libros que tienen algo especial, aunque puede que inapreciable para el ojo ajeno. Puede que me olvide de ciertas cosas, incluso de cómo se sucede la historia, pero jamás me olvidaré cómo me hizo sentir.
"Carol sonrió y la cogió de la mano. Casi al mismo tiempo, se la apretó y la soltó.
 - Sí, te espero."
Gracias, Patri, por esta historia. Llámame y nos tomamos algo.

Tú también puedes llamarme, Ruby.
 Y aquí os dejo esto de regalo. De nada.