contactoreseñasmiscelanea

lunes, 16 de marzo de 2015

Querido Fitzgerald:

Empezaré por declarar lo mucho que te adoro Francis Scott Key Fitzgerald. ¿Te puedo llamar Francis? Te voy a llamar Francis. Es por no quedarme sin aire cada vez que tengo pronunciar tal retahíla de nombres, no por otra cosa... Quería decirte que si fueses una estrella del rock y no estuvieses ya criando malvas, sería tu groupie y te seguiría de farra en farra. Me dicen por aquí que eres un party animal de cuidado... ¿eh, pillín? Aunque tampoco te me emociones demasiado, no pienso tirarte mi ropa interior. Lo sé y lo siento. No llores.
La cosa es que, a mí, la forma en la que escribes y tratas los problemas de la alta sociedad, su aburrimiento, frivolidad y superficialidad, y como, así como quien pasa por el vecindario, me tocas la fibra sensible tocando cuestiones existenciales o me sueltas frases que me dan ganas de tatuarme a fuego con una facilidad pasmosa, pues como que me pone un poco. Da igual cuantos eones haga que me leí "Al otro lado del paraíso" siempre me acordaré de cuando Armory murmuró "Soy un cínico idealista" o de cuando en "Hermosos y malditos" se refieren a Gloria diciendo "El sentido de la responsabilidad la estropearía. Es demasiado preciosa." Y a Jay Gatsby y Daisy Buchanan mejor los dejamos a un lado porque sino me pongo tonta. En serio, tío, es escuchar tu nombre y...


Bien. Ahora que hemos dejado eso claro entraré en materia y te diré que bajes esos humos. No estoy aquí para inflar tu ego, sino para darte un buen tirón de orejas... "Suave es la noche", dime, ¿Qué. Es. Eso?


Si no hubiese sido por mi compi de lectura (aquí su reseña), lo hubiese devuelto a la estantería de la que vino mucho antes (Léase "mucho antes" como "tras pasar la primera parte"). Y lo siento si ves tu hombría ultrajada, pero tu mujer escribió un libro mejor que el tuyo con "Save me the waltz" (Zelda, I love you. Que no se entere Francis pero... A tí sí que te tiraría mi ropa interior. Guiñoguiño codazocodazo).
Volviendo al tema, si este hubiese sido el primer libro que leo de tí, siento informarte que nuestro idilio literario no hubiera ni llegado a rollo de una noche y te hubiera dejado con el "¿estudias o trabajas?" en la boca porque ¿qué quieres que te diga? Me costó Dios y la ayuda leerlo. Qué rollazo, tronco. 


Pasada la primera parte (divina, por cierto) donde todo transcurre en la Riviera francesa y en el París de los locos años 20, allí estaba yo en pleno oh là là, cuando llega lo inesperado, un interminable tedio. La historia se vuelve meh y los personajes insoportables e indecisos y, por si fuera poco, los más interesantes duran dos telediarios. ¡Ah! Y de los sofisticados aires parisinos ya ni rastro. Qué me devuelvan el dinero.

Así me quedé yo también, Gwyneth.
En conclusión, Francis, tío, mejor corremos un tupido velo sobre este libro, me olvido de que existe y seguimos con nuestras vidas como si nada, ¿vale? Tienes suerte de que no sea rencorosa. Menuda decepción. Más que el final de Perdidos. ¿Cómo te quedas con eso? Ahí es nada. A todo el mundo le encanta (¿?), pero es mi obligación decirte que a mí no. 


 Hala, hasta la próxima, chaval. Que te cunda. 


lunes, 9 de marzo de 2015

"Someday, someday, maybe" de Lauren Graham (quién, por cierto, sigue estando invitada a mi fiesta de pijamas)


“Do you have any idea how few actors make it? people always say. “You need a backup plan” I don’t like to think about it – the only thing I’ve ever wanted to be is an actor.
Fiuuuu... ¡Menudo alivio! El libro estuvo bien, pero que muuuuuy bien. Estaba realmente preocupada por si era un truño como suele suceder en la mayoría de los casos en los que alguien de la farándula se dedica a esto de escribir... ¡Pero no! ¡Albricias! Esta vez no.



Para los incultos y despistados, Lauren Graham es Lorelai de Las chicas Gilmore, personaje que venero desde tiempos inmemoriales y, razón por la cual, coger el libro me daba miedito. Nada volvería a ser lo mismo sabendo que ha escrito una bazofia. Nada. Y eso sería trágico porque me parto con esa mujer. Pero bueno, dejemos a un lado los dramas porque todo eso ya ha pasado y puedo respirar tranquila. Además, que su libro haya estado bien no, lo siguiente, significa que Lauren sigue estando en mi top 5 de personas favoritas a las que invitaría a mi fiesta de pijamas. 


"Someday, Someday, Maybe" tiene como protagonista a Franny, una patosa y adorable aspirante a actriz que lidia con los míticos problemas de veinteañeros sobre el trabajo, compañeros de piso, y la tocapelotas pregunta sobre de qué narices va esto de la vida. ¿Y sabéis cual es el trabajo que evita que la entrañable Franny viva bajo un puente? Repasemos. Veinteañera. Aspirante a actriz... ¿No lo sabéis? ¡Camarera! Ja, esa no la veíais venir, ¿eh? Pues yo sí.
La moza llega a la Gran Manzana hace dos años y medio y se promete que si no consigue ganarse las lentejas con la actuación en tres años, se replanteará su futuro. Si mis cuentas no me fallan, si a tres años le quitamos dos y medio... tenemos... ¡Oh my god! 6 meses sólo.  


Y a partir de ahí empieza todo el divertido embrollo.

Para qué negar que el libro es literatura ligera. Tanto que un día con un poco de viento, allá se nos va con la primera ráfaga que sople. Te hace pasar un buen rato y ya. Tampoco le pidamos peras al olmo. Está llena de clichés y es una historia que no le cambiará la vida a nadie. Pero. Siempre hay un "pero", aunque en este caso es bueno. Ni me enteré de todo eso gracias al irresistible encanto y las adorables peculiaridades y extravagancias de Franny y a la elocuencia y el estilo de Grahan. Del tipo ese que hace que escribir parezca coser y cantar. Ya sabéis, el tipo ese de me-hago-las-uñas-cocino-vigilo-a-los-niños-y-escribo-al-mismo-tiempo-y-no-me-despeino. Es como si un buen día se levantara y se preguntara a sí misma "¿Qué puedo hacer hoy? Hmm... ¿Yoga? Nah. ¿Irme a Zara? Nah... ¡Escribiré un libro! ¿Por qué no? Parece divertido." Y así lo hizo. Y le doy las gracias.


Hubo momentos en los que temblaba porque parecía que la historia se iba por unos derroteros que asemejaban demasiado a una comedia romántica de sobremesa y esas me dan un poco de alergia, pero antes de poder sacar mis uñas para destrozarlo, Graham arregla el pastel y aquí paz y después gloria. Así, en general, "Someday, Someday, Maybe" es extravagante y divertido y entretenido y... Vamos, que me encantó. De principio a fin. No tengo queja. No me había mondado tanto con un libro desde que Bridget entró en mi vida hace... ¿Quién sabe qué año era aquello?

Hay algo que está claro: No pasará a la prosperidad. Puede que dentro de unos años ya nadie se acuerde de él. Tampoco será incluido en ninguna lista de los mejores libros, pero ya se coló en mi lista de libros con los que quiero acurrucarme por las noches porque es muy monoso.



¿Lo habéis leído? ¿Algún fan del sarcasmo de Lorelai Gilmore?

lunes, 2 de marzo de 2015

William se llamaba mi amor.

Estaba yo en ese momento en el que acababa de dejar atrás la fase SuperPop y había quitado ya los pósters de las Spice Girls de mi habitación cuando esta historia da comienzo. Hasta aquí todo bien y normal. Lo típico. Pero, mientras mis amigas seguían con el camino habitual de las adolescentes en plena revolución hormonal, es decir, bien colarse por el yerno que toda madre querría, Eminem, o por algo mas heavy, como Bisbal, yo seguía otros derroteros menos convencionales. Yo, Paula,  estaba loquita por los huesos de un hombre que tenía más del doble de años que yo (¡Horror!) y casado (¡Doble horror! Y además acabo de matar a mi madre de un disgusto) con una tal Anne Hathaway. 


Eh... No, con esa no. La Anne Hathaway que contrajo nupcias con mi amado William Shakespeare, el cual a mis ojos tenía una imagen más hollywoodiense, atlética y agradable a los ojos, es decir, la de Joseph Fiennes, y no la de un hombre con unas entradas del tamaño de una pista de aeropuerto, cara de pocos amigos y con un pendiente que parece más bien parte de la crisis de la mediana edad que algo cool que llevar para engatusar a las féminas. Dejadme vivir en mi mundo de fantasía. Muchas gracias.

He's sexy and he knows it
Una noche, movida por Claire y Leo (más por uno que por otro) recitando versos a ritmo de Garbage y en una Verona que bien podría ser escenario del Grand Thief Auto, cogí "Romeo y Julieta" sin alcanzar a imaginarme qué llegaría a pasar después. Me había conquistado.


¿Qué clase de escritorzuelos había estado leyendo hasta ese momento? Me daba vergüenza el sólo mencionarlos. Menudos amateurs. ¿Qué clase de basura había pasado por mis manos? Todos mis años de primaria y parte de los de secundaria tirados a la basura.


No era de extrañar que, a mí, que se me conquista con la buena gramática y buen uso del lenguaje y el estómago, Will me tuviera comiendo de su mano. Yo es que es imaginármelo susurrándome "Sólo temo que todo esta noche sea un sueño sólo/ demasiado dulce para ser verdad" Y... ¿Me pasáis un pañuelo? Es que estoy estoy babeando...


OBVIAMENTE, no había chico en clase que estuviera a la altura de semejante hombre. Bueno, técnicamente, sí, porque estoy segura de que, teniendo en cuenta su época, era alguien bajito en comparación con los armarios andantes que pueblan nuestra superficie terrestre a día de hoy pero, figuradamente, no. Y un no rotundo. Si uno me hubiera hablado con palabras anticuadas, en sonetos y llevando unos leotardos, otro gallo cantaría. Pero ninguno lo hizo. Ellos se lo perdieron y ahora ya es tarde.

Hubiese sido un buen comienzo...

Feliz como una perdiz, llegué los siguientes días a clase con mi copia de Romeo y Julieta bajo el brazo para releer durante mi viaje en bus porque había algunas frases que sólo había leído como unas 326 veces, ¿VALE? Y no eran suficientes. No juzguéis. Seguro que vosotros hacéis cosas peores...


Y mientras mis amigas comentaban el último capítulo de UPA y lo buenorro que estaba MAM, yo estaba enfrascada en mis dramas de época, muertes, traiciones, insultos, comedias de enredo y de faldas, frases ñoñas y largos versos que siempre resultan prácticos para decir en momentos de desdicha, de júbilo o, simple y llanamente, para sonar pedante delante de la cajera del súper.


Después de los púberes de Verona, fue la enajenación mental de Hamlet, las ansias de venganza de Otello, la sangrienta y maquiavélica Lady MacBeth (esta mujer lo peta) o los dos caballeros de Verona. Mi obsesión era tal que, de la misma manera que las beliebers se memorizan los tatuajes que Bieber se hace por su cuerpo, yo me memorizaba algunos de sus versos (true story), no sé, por si algún día llegaba a necesitar recitarlos. Ya sabéis, lo habitual, te encuentras con alguien conocido y la cosa va en plan "Hola, ¿que tal?""Bien, ¿y tú?","Bien, ¿has visto a Fulanita?", "Pues no, pero vi a Silvia el otro día y... Oh, qué gozo es gozo, si Silvia no está aquí/ que luz es luz si a Silvia yo no veo..." Cosas como estas me pasan entre cuatro y cinco veces al día. 


Y así, entre deberes de química, mucha un poco de tontería y versos de Shakespeare, transcurrieron los días de mi adolescencia. Luego me pasé a las chicas y Virgina y Sylvia me robaron el corazón, peeeero eso ya es otra historia.

¿Cual fue vuestro primer amor literario?