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lunes, 29 de septiembre de 2014

Lo que creí que Frankie iba a ser vs. Lo que resultó ser.

Hay libros de los que no sé absolutamente nada antes de empezarlos. "Frankenstein" era uno de ellos a pesar de que yo creía lo contrario. Con la poca información que había retenido de oídas y algún comentario de aquí y otro de allá, mi imaginación se me desmelenó y se montó una película de cuidado sobre la historia. Advertencia: Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.

1. Creí que el libro iba a ser de terror terrorífico como si un todavía inexistente Stephen King hubiera poseído a Mary Shelley para escribir una de esas historias que te obligan a taparte con las sábanas como mecanismo de defensa ante cualquier posible ataque de los monstruos que habitan debajo de la cama.


2. Estaría protagonizado por un científico loco de atar que decide crearse a alguien a la carta porque se siente solo, o tiene alguna patología psicológica o sufre mal de amores o yo que sé.


3. El monstruo iba a estar formado por restos de seres humanos a los que había matado (el científico o sus esbirros) previamente para llevar a cabo su maléfico plan (ahí estaba parte del terror terrorífico que me esperaba). Habría una descarga eléctrica, el monstruo se despiertaría, el científico soltaría la mítica frase de "It's alive" y lo bautizaría como Frankenstein.


5. El monstruo sería tonto de remate y hablaría al estilo "Yo Tarzán. Tú Jane".


5. La trama se basaría en un monstruo fuera de control porque no entiende que la regla básica de toda sociedad que se precie es "hakuna matata, vive y deja vivir", entonces todo sería violencia y asesinatos, y una ciudad atemorizada.



Pues NO.

Sí hay un científico, pero es más racional de lo que me esperaba. Sí hay un monstruo, pero no hubo que matar a nadie para construirlo porque ya todos habían estirado la pata previamente. Tampoco es tonto, al contrario, es de lo más culto y refinado, sólo le falta saber tocar el piano para ser todo un partidazo. Hay asesinatos, pero no tienen nada que ver con incontrolables tendencias criminales. Y Frankenstein, Víctor Frankenstein, es el científico, no el monstruo. ¿Quién se veía eso venir? Porque yo no.

El libro poco tiene que ver con lo que me imaginaba como todos habéis podido comprobar. Frankie, una persona tremendamente soberbia e inicialmente bastante estable, con la sola intención de que toda la comunidad científica y toda la sociedad le besen el culo, juega a ser Dios y decide crear un nuevo tipo de ser vivo. Y eso, queridos amigos, está mal. Muy mal. El resultado es el mismo que cuando yo me pongo a hacer un DIY, monstruoso, y en nada se parece a lo que tenía en mente. Y como ojos que no ven, corazón que no siente, deja que su creación se escape y la pierde de vista. Aquí paz y después gloria. Pero lo que Frankie no sabe es que su existencia y la del monstruo están interconectadas y pronto tendrá que hacer frente a las consecuencias de sus actos.

"Frankenstein" es uno de esos libros cortitos pero con más fondo que el bolso de Mary Poppins. Y no un clásico así a secas, sino que un CLÁSICO, en mayúsculas, que poco tiene que ver con lo que la imagen que la cultura popular ha creado. Una historia claramente romántica donde se cuestiona la validez de la ciencia y su relación con la moral y la ética. Tan llena de grises que resulta imposible encontrar un blanco o un negro absoluto en cuanto a Víctor y al monstruo. ¿Quién es la víctima y quién es el culpable? Digan lo que digan, yo soy y siempre seré Team Monstruo.


Hazte con un ejemplar:


¿Lo habéis leído? Y sino, ¿a qué estáis esperando?

lunes, 22 de septiembre de 2014

¿Qué leerían en el Central Perk?

Hace veinte años justos (ahora es cuando todos os sentís o muy viejos o muy jóvenes. De nada), Rachel, Ross, Mónica, Joey, Chandler y Phoebe se sentaron por primera vez en el Central Perk y tomaron una taza de café. Era un 22 de septiembre de 1994. Ay, qué tiempos los de antaño...

¿Qué creéis que leerían los personajes de "Friends" sentados en esos sillones anaranjados ahora ya un poco sobados y viejunos? Aquí mis sugerencias para ellos:


¿Quién iba a decir que Rachel, una niña de papá, mimada y consentida, terminaría convirtiéndose en una chica independiente y trabajadora? Que hubiese crecido, sin embargo, no la curó de su pijismo redomado y su patente problema con la ropa y las comrpas. La serie de "Confesiones de una compradora compulsiva" de Sophie Kinsella es para ella.



Cuando Ross habla de dinosaurios todos nos dormizzzzzz... ¿Por qué no ponerlo a dormir a él también con "El origen de las especies" de Darwin?



¿Os acordáis del capítulo en el que Mónica se pone a hacer mermelada como una loca después de que Richard y ella lo hubieran dejado porque era lo único que le daba sentido a su vida? Estoy segura que si el decaimiento y la aflicción le hubiesen durado un poco más, hubiera cocinado el libro de Julia Child entero como Julie Powell. Y después hubiera limpiado la cocina bien a conciencia.



Ay, Phoebe. No hay nadie más excéntrico que ella en este mundo, pero además es una cantautora bohemia y hippy-osa que disfrutaría de lo lindo con el ambiente y la contracultura de las calles de la NY de los años 70 de Patti Smith en "Éramos unos niños".



No dudo de la masculinidad de Chandler, bueno, un poco sí, pero no se puede negar que siempre estuvo muy en contacto con su lado femenino y es por eso lo veo leyendo "Come, reza, ama" tratando de averiguar como salir de alguna de sus innumerables crisis existenciales y amorosas.



¿Y Joey? ¿Realmente creéis que ha leería un libro en su vida?


Bueno, puede que sí...


¿Qué otros libros veríais a los personajes de "Friends" leyendo?

jueves, 18 de septiembre de 2014

Esto es en lo que me gasté mis dineros este verano.

Voy a fardar un poco de mis compras veraniegas. Porque sí.




¡Mi primer artículo de Out of print! ¡Mi primer artículo de Out of Print! El momento tan ansiado de tener algo de ellos por fin llegó... Y ay. En un mundo ideal cuando le digo a la gente que me compré un bolso de Out of Print. Estampado con títulos de libros prohibidos. En un Waterstone's. Y explico lo superhipermegaemocionada que estoy, conseguiría esta reacción


Pero como, mal que me pese, vivo en el mundo real. Ese lugar terrorífico donde el libro de Belén Esteban es un best-seller y en el que la gente pasa kilos de mis frikadas librófilas, sólo consigo un mísero y simple




Y aquí, mi mayor encaprichamiento del año. Fue verlo y tener que tenerlo. La compra que me puso en números rojos para el resto de las vacaciones y me obligó a poner ojitos de perrito abandonado para que alguien me sufragara los gastos propios del período vacacional a riesgo de quedarme en casa comiéndome los mocos del aburrimiento. Huelga decir que no conseguí darle pena a nadie



¿Habéis comprado cosillas literarias durante el verano? Contadme, contadme.

lunes, 15 de septiembre de 2014

Dickens, no eres tú, soy yo.

Dickens es uno de esos escritores que siempre me acojonó. Aunque no al nivel de James Joyce y su Ulises o Melville y su Moby Dick, apunta maneras para que me entren sudores fríos y me tiemblen las rodillas cada vez que oigo pronunciar su nombre. A pesar de eso, me dejé engatusar por el entusiasmo del Club Pickwick y acepté leer "La pequeña Dorrit". "Dios nos coja a todos confesados", penśe, "en qué berenjenal me he metido". Pero como decimos los gallegos, ¡maloserá!



Para ir acostumbrándome al hombre, a sus manías y a sus cosas, comencé a leerlo poco a poco como quien no quiere la cosa, al principio, sólo en los trayectos de ida y vuelta en el bus para que no fuese todo tan de sopetón. Vamos, como quien sale con sus amigos e invita al chico/chica/ser de otra galaxia que le gusta a que se venga y así ir conociéndose un poco y evitar posibles silencios incómodos hasta estar preparados para quedar a solas. NUNCA se está realmente preparado pero, eventualmente, eso sucedió. Y OMG. Ou. Em. Yi. Oh. My. God. Me quedé yo sola. Con Charles. Cagada de miedo.



Al principio entre la velocidad de caracol a la que Dickens avanza y que la historia no me estaba haciendo mucha gracia, pensé en dejarlo y salir pitando de allí. Pero tan pronto como los personajes pusieron un pie en Londres y dejaron a los franchutes, todo se fue animando. No es que surgieran chispas, precisamente, pero no estaba mal. Me estaba gustando. Aquello podía ser el comienzo de una nueva amistad y ya estaba viendo un nuevo amor literario surcando el horizonte. Yo y Charles 4eva. Ya me estaba imaginando haciendo delcaraciones públicas de amor y poniendo candados en puentes. Me estaba portando un poco a lo Bridget Jones cuando escucha campanas de boda con Daniel Clever tras haber recibido un simple mensajito subido de tono sobre su falda, porque aquello me estaba gustando, pero de manera comedida y con moderación.



El principio, resultaba prometedor con todos aquellos personajes tan bien creados y desarrollados y una historia que parecía perfectamente hilada y detallada. Un libro que requiere tiempo para meterse de lleno en la historia pero de esos que te llenan de orgullo y satisfacción haberlos terminado y que legitima a cualquiera para fardar después y poder decir " ¿Ves ese libro? Pues yo me lo leí. Flipa. En. Colores."



Pero como siempre, cuando de tochacos estamos hablando (a menos que los haya escrito un ruso con barba hipster llamado Leo), la cosa no terminó tan bien. Los empiezo a tope, supermotivada, totally on fire y luego como tarde un poco demasiado en terminarlos, me desinflo porque se me van los ojos a otros libros que se cruzan en mi camino y se me insinúan. Me prometen que van a ser la lectura de mi vida y claro, diles tú que no, porque yo no puedo. NO PUEDO. Cuando se trata de literatura, soy una chica fácil. No puedo evitarlo. Demandadme.


En este caso fue un monstruo francoparlante y bastante culto el que me apartó de Charles. Con todos esos razonamientos y frases tan congruentes formadas con palabras cultas, fue amor a primera vista. 


Mary Shelley resultó ser todo lo contrario a Charles. La tía no se anda con rodeos, si quiere decir algo lo dice y si no, se calla. Va al grano, es directa y resuelve todo en un pis pas y además, teniendo en cuenta que venía de Dickens, avanzaba a la velocidad del Halcón Milenario, con lo que no había lugar a despistes o libros que me despistasen.

Con no poca fuerza de voluntad, traté de volver a Dickens cuando Frankie se acabó, pero nuestro momento ya había pasado. Traté de volver a meterme en la historia pero no hubo forma. Desistí pasada la página 439 y un cuarto. Charles y yo ya no estábamos en la misma onda.


A Dickens y a mí se nos rompió el amor y quedó relegado a la estantería de la vergüenza junto con "Los desnudos y los muertos" de Normal Mailer, con el marcapáginas en la página 398, "Los miserables" en la página 216, o "Lo que el viento se llevó" en la página 354.


¿Habéis leído "La pequeña Dorrit"? ¿Qué escritor os da tanto miedito como a mí Dickens?

jueves, 11 de septiembre de 2014

"El olvidado arte de guardar secretos": Greatest Hits

Los comentarios de Charlotte Harris y los consejos de tía Clare y la madre de Pe darían para un libro aparte, por no mencionar que algunos son dignos de aparecer entre las páginas de tips de la Cosmopolitan, como eso todavía no ha sucedido, os he recopilado algunos de ellos.


"- ¿Crees que soy una vaga? - Preguntó Charlotte. 
- ¿Lo eres?
- Por supuesto, como cualquier persona sensata."



"No creo que sea demasiado pedir un hombre guapo, de buen gusto, con avión propio, ingresos procedentes del trabajo privado y una obsesión por Italia y por mí."



"La estatura no debe ser nunca un problema ante el amor verdadero."



"Sí, es una de las grandes verdades de mamá. - Dijo Pe. - Sólo se puede una comprometer con un hombre que se desmaya la primera vez que la ve."



"Tan pronto como alguien dice que no necesita algo, resulta que al día siguiente se le presenta la ocasión de necesitarlo. - dijo tía Clare."



"Mi madre me explicó en una ocasión que era vital retirarse a dormir pronto de modo que los demás tuvieran la ocasión de hablar de uno en términos de alabanza delante del ser amado."



"Ten cuidado con la buena iluminación.- Me advirtió Charlotte- Es tan peligrosa como el alcohol."



lunes, 8 de septiembre de 2014

"El olvidado arte de guardar secretos" de Eva Rice. Un unicornio entre los libros ligeros.



El olvidado arte de mantener secretos es cursi en cuanto a su forma y delicioso en cuanto al fondo.Una historia almibarada pero en su justa medida. Nadie acabará hiperactivo y hasta las cejas de azúcar como Ross en aquel capítulo de Friends. Lo juro.

- ¿Adónde vas? - le pregunté de nuevo.(...)- Voy a Kensington. He quedado para tomar té con mi tía Clare y con Harry y, como es imposible describirte la situación con palabras, me gustaría que vinieras conmigo. Pasaremos una tarde ideal. Ah, por cierto, me llamo Charlotte. Y así pasó todo. Como en Alicia en el País de las maravillas. Por supuesto, debido a mi modo de ser, me halagó que supusiera absurdamente que, en primer lugar, iba a estar encantada de acompañarle y, en segundo lugar, que si yo iba la tarde sería ideal. 
Así da comienzo todo. Son los años 50 y estamos en la Inglaterra que todavía se está recuperando de las desgracias y calamidades de la guerra. Penélope, Pe a partir de ahora, vive con su madre y su hermano en Magna Hill, una mansión que, a pesar de haber sido espléndida una vez, ahora no es más que la sombra de su pasado por los problemas económicos que atraviesa la familia.
La vida de Pe, una adolescente normal que está loquita de atar por un cantante llamado Johnnie Ray (Pinchad, pinchad. Un macizorro, ¿eh?), en plan mantengo conversaciones imaginarias con él cuando nadie me mira y quiero desposarlo y tener sus vástagos, cambia por completo cuando conoce a Charlotte. "Un punto de exclamación", según sus propias palabras y según las de la revista Standard, "la única chica de Londres que puede llevar Dior, identificar un buen vino de Burdeos y hablar con los teddy boys". El encuentro la llevará a conocer a Harry, el primo de Charlotte, un loco del jazz y los trucos de magia, y a tía Clare, una señora ya entrada en años con unos cuantos secretos y mucha clase.

Desde ese momento Pe y Charlotte se hacen amigas inseparables, suspiran juntas por Johnnie Ray y por los americanos, para las cuales todos son fabulosos y millonarios porque tienen frigorífico, lavadora y secadora, pueden ver películas desde sus coches y beben Coca-Cola.
La historia se desarrolla con calma sobre todo durante la primera mitad del libro, luego los acontecimientos comienzan a sucederse, que tampoco a agolparse oye, que si amoríos, encuentros casuales con productores ricos americanos, encuentros no tan casuales con los ex, cenas en el Ritz o rabietas de adolescentes que quieren ser estrellas del rock como Elvis Presley.
Aquel primer fin de semana con Charlotte y Harry en Magna fue como una revelación. Sin el aplastante peso de la presencia de mamá, parecía que la casa se estuviera despertando de un largo sueño. por primera vez en mi vida, el fin de semana era sinónimo de libertad. Habíamos pasado solo tres noches en compañía de Charlotte y de Harry; pero podían haber sido treinta. Todavía nos veo a Charlotte y a mí, borrachas por el champán, bailando en el salón con restos de nieve en los pies gritando para oír nuestras voces por encima de las embriagadoras melodías de Johnnie Ray y de América. Siempre América.
Con una prosa muy años 50, es el libro perfecto para leer en una tarde de verano, tumbada al sol con el refrigerio de nuestra elección a mano. De esos que te sacan una sonrisita tonta o un suspiro de forma inesperada. De esos que no le cambiarán la vida a nadie pero que se agradece encontrarse con ellos, porque ¿sabéis lo tremendamente difícil que es encontrar un libro entretenido y que además te llene? Es. Una. Odisea. Ni que fuesen unicornios. En serio.

Los personajes resultan comedidamente excéntricos, sin resultar nunca lunáticos. Con sus pequeñas rarezas y manía, te ríes con ellos y hasta les coges cariño, y son esos pequeños detalles los que sustentan el libro y hace que te olvides de que sí, Harry podía haber estado un poco más aprovechado, la historia tiene muchos altibajos, los personajes secundarios aparecen en una o dos escenas y luego... ¡puf! se desvanecen forever, hay partes superfluas donde podría haberse metido la tijera, pero... ¿sabéis qué?



¿Y por qué? Porque me lo pasé divinamente bien con estos adolescentes que usan palabras como recórcholis o embustero, sus travesuras y su historia sobre ensoñaciones juveniles y sus dilemas sobre si prefieren casarse con una estrella del pop o un rico productor americano.
Cuando [Johnnie Ray] empezó a cantar Whiskey and gin y la ovación y los gritos llenaron mis sentidos, pensé en mi madre, destrozada, desgarrada por la guerra y la muerte de mi padre, y deseé con todo mi corazón que pudiera entender cómo nos sentíamos nosotras esa noche, lo que es sentir tener dieciocho años y que se es invencible, tener dieciocho años y estar viva.

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lunes, 1 de septiembre de 2014

Recapitulando versión estival: Julio y agosto 2014.

Las vacaciones se han terminado, he despertado de mi letargo veraniego y he vuelto a los interneses fresca como una lechuga. Ay, que fácil es acostumbrarse a las vacaciones y que difícil es desacostumbrarse después... No se lo recomiendo a nadie. No es que fume ni nada, pero dejar de fumar seguro que es más fácil que dejar las vacaciones.



En este mes he tenido tiempo para torrarme al sol sin resultado alguno, sigo igual de blanca que antes, beber más gin-tonics de los recomendables, ver Orange is the new black (Jesús, que obsesión con esta serie), ir a Bélgica para comprobar si los belgas se parecen a como los describió la Brönte en "El profesor", ya os voy diciendo que no, y vaguear, y vaguear un poco más... y contar cuantos días me faltan para mi siguiente período de vacaciones... 114 días. 114 días con sus noches. Un drama descomunal.




Bueno, pasemos a cosas más alegres, por favor. He aquí lo que pasó por mis manos entre julio y agosto y salió terminado.




A excepción del libro de "Orange is the new black" y el de "Is everyone hanging out without me?" que me parecieron un poco coñazo, todos los demás estuvieron dabuti y con alguno me lo pasé especialmente bien. Te estoy mirando a ti, Tina.



¿Qué tal de veranito? ¿Cómo fueron vuestras lecturas veraniegas?